Chipiona es la primera zona de producción de nuestro país en el mercado internacional de la flor cortada, y sus explotaciones hacen de su campo el mayor jardín de España. Este sector de la floricultura protagoniza actualmente la agroindustria de la localidad, la principal e indiscutible industria de la Chipiona de nuestros días.

El campo de Chipiona ha sido el ámbito de la economía del pueblo a lo largo de toda su historia. Campo que desde época romana es el objeto de producciones agroindustriales destinadas al comercio, a la vocación exportadora, tal como congénitamente tiene nuestra moderna floricultura. Las villas romanas que se repartían el agro, después la colonia vitivinícola renacentista que culminó en la mayetería bodeguera de la industrialización, y los regadíos de la horticultura y la modernizada floricultura de hoy día, jalonan una historia del pueblo plena de industria y mercancía agraria para el comercio exterior. El mercado internacional es el destino histórico de las producciones agroindustriales que caracterizan toda la historia de la localidad. Esta es la enseñanza básica que desde la pragmática histórica del pasado, viene ahora a reiterarnos magistralmente la floricultura de Chipiona.

Frente al campo y la agricultura como protagonistas de la historia económica de Chipiona, el pueblo castellano ha estado siempre de espaldas al mar, más allá de cargar el vino y satisfacer las necesidades domésticas de pescado del mercado local. Mientras que gracias al mar el turismo actual de la localidad, precisamente turismo básico y nacional de sol y playa, tampoco es más que un ámbito productivo estacionario de veraneo y económicamente suplementario, esto es, exento de partida de una fuerza motriz para la generación de riqueza y del empleo permanente que ha proporcionado tradicionalmente el campo de Chipiona.

El meritorio de nuestra industria de la flor es absolutamente destacado, pues valgan los indiscutibles índices de haber quintuplicado los rendimientos económicos y el crecimiento del empleo agrícola con respecto las explotaciones preexistentes dedicadas a la horticultura. Su repercusión social en el pueblo ha sido y es tan visible e incuestionable como en otros medios agroindustriales del país. Su producción llegó a rozar el 20% del PIB agrario de la Provincia de Cádiz. Siendo España con Chipiona a su cabeza el segundo productor europeo después de Holanda, nuestro país se encuentra entre los cinco primeros proveedores del mercado comunitario y sus flores llegan a todos rincones del mundo. El mercado internacional donde la floricultura de Chipiona se encuentra, está supeditado a una competencia externa y global, a los exigentes controles de calidad, donde el crecimiento económico queda condicionado por la sostenibilidad ambiental y las dotaciones de las infraestructuras de las zonas de producción, como protagoniza Chipiona. Son retos que conocen bien los floricultores chipioneros y la agenda de la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste de Cádiz y la COAG que velan por su futuro.

En este jardín de Chipiona, queda impresionada la mirada de la extensión multicolor y del fino detalle artístico de esta naturaleza mágica de la flor, de general humano aprecio y testado interés turístico por otra parte. Es un jardín de praderas florecidas del color de los claveles, clavellinas, gerberas, antirrinos, calas, lisianthus, de paniculata, crisantemos, rosas, de lilium, gladiolos, de solidago y de las plantas verdes como el eucalipto, la esparraguera, el ruscus y la monstera, flores todas ellas que desde Chipiona, portarán sentimientos por todo el mundo.

A. R. M.
Chipiona Lugar de Memoria