El Santuario de Regla es una de estas típicas iglesias propias de la Restauración. Obras nuevas de iglesias conventuales o parroquiales que son testimonios del renacimiento religioso que representó la restauración borbónica, con la restitución de la confesionalidad católica y de la iglesia regular de las órdenes conventuales en el nuevo Estado Español, en el último tercio del siglo XIX.

El estilo artístico neogótico del Santuario se presenta como una tendencia europea internacional del historicismo de la época, que alienta la recuperación romántica nacional de las tradiciones propias, habida cuenta de la ocurrencia del gótico en toda Europa. Un revival medieval de la Europa decimonónica interesada en revestir a los nuevos estados nacionales con un pasado propio y auténtico. Aunque esta búsqueda de raíces se cebó en España con el neomudéjar como estilo nacional, conforme herencia de las viejas glorias imperiales, el neogótico religioso gozó en España de gran predicamento para la obra nueva eclesial desde el último tercio del siglo XIX. Disputaba este romanticismo de proyección religiosa el racionalismo neoclásico o el espíritu nacional secular del neomudéjar de los edificios públicos. Este estilo neogótico internacional incorporaba en nuestro país el impulso de este renacimiento religioso de la restauración, sirviéndose del gótico como manifiesto de la esencia de religiosidad y catolicismo que portaba este movimiento renovador.

Tras la desamortización de la comunidad agustina del convento reglense, el arruinamiento y expolio del edificio y la posterior intendencia diocesana de una capellanía, la refundación franciscana de la vida consagrada en el lugar llegaba con la fuerza motriz de la obra nueva, la del seminario para las misiones en Marruecos (Patio del Real), y encontraba en la población comarcal el celo devocional mariano para acariciar la construcción de una nueva iglesia, que rindiera el mensaje oportuno de la nueva era conventual que comenzaba. Estas búsquedas historicistas de las esencias pasadas, del catolicismo en el gótico, como del nacionalismo en el neomudéjar, denuncia el extrañamiento identitario de una época fraguada en la rompedora recreación del mundo que traía consigo la industrialización y el progreso, por lo que la obra nueva del pasado glorioso no estaba reñida con la cultura demolicionista del pasado viejo, máxima de la época que se llevó consigo preciados monumentos históricos. La antigua iglesia gótica del Cuatrocientos, del obsoleto “convento fortificado” agustino, cinco veces centenaria, que lucía ataviada de reformas barrocas y neoclásicas, no portaba ni respondía a las expectativas de monumentalidad del nuevo discurso arquitectónico religioso, como podemos apreciar en las fotografías franciscanas decimonónicas del antiguo templo demolido a principios de la centuria pasada.

El arte neogótico que luce el Santuario se fundamenta en la ascensionalidad que proporcionan los volúmenes góticos genuinos, prescindiendo de los elementos estructurales oriundos ajenos a ello, caso de los arbotantes por ejemplo, pero no de la bóveda de crucería que facilita la elevación del forjado de las naves, o del arco ojival subsecuente, para su aplicación en los amplios vanos, o los pináculos exteriores sobre los pilares de fachada para enfatizar el ascenso de la obra, y sobre todo las torres, altura de la principal del campanario que fue incluso sobredimensionada y tuvo que ser objeto de modificación de proyecto por cuestiones técnicas. Junto a este objetivo de ascensionalidad, rescata el neogótico del Santuario el espacio de la luz, como materia psicofísica cargada de la espiritualidad escolástica del gótico, pues el espacio abierto de iglesia de salón columnaria con arcos transversales que dispone, será recepción de la luz coloreada de las vidrieras neomedievales. La ascensionalidad y la luminosidad como claves del espacio arquitectónico, están tratadas con la racionalidad y lógica historicista que subyace a la época y que prescinde de lo superfluo, como es el estilo sencillo y limpio que ostenta el Santuario de Nuestra Señora de Regla, imagen mariana que corona el altar mayor.

Construida hace más de 100 años, es una iglesia con el recorrido histórico que categoriza a los monumentos objeto de la administración de los bienes de interés cultural. Por más que el Santuario viene a completar a principios del siglo XX la monumentalización de la Playa de Regla con los tres estilos artísticos historicistas por excelencia, el estilo neoclásico del Faro, el estilo nacional neomudéjar del Sanatorio Marítimo de Santa Clara y el estilo neogótico para el edificio religioso que es el Santuario. Emblemas de la obra, la salud y la religión públicas, señas de identidad del nuevo Estado Español que marca esta monumentalización de la Playa de Regla, el lugar de una de las colonias veraniegas andaluzas pioneras en España.

A. R. M.
Chipiona Lugar de Memoria