LA VIRGEN DE REGLA, UNA LEYENDA

La escuela franciscana de estudios reglenses dio al traste con la leyenda de la Virgen de Regla y su tradición milagrera, aunque siguen arraigadas tanto en la cultura popular como en la historia oficial. El relato mítico tiene origen en el convento agustino y es una inventio apologética de la Virgen, al proceder de monjes norteafricanos paleocristianos de San Agustín instalados en Chipiona, ocultarse en un pozo durante siglos tras la entrada de los musulmanes en el país y aparecerse milagrosamente allí a un canónigo leonés a comienzos del siglo XIV, en los albores del nuevo Reino de Sevilla. La leyenda guarda todos los tópicos y lugares comunes de estas apariciones marianas, que están por doquier ancladas en el origen de la nueva historia que arranca con la Reconquista.

LA VIRGEN NEGRA DE REGLA, UNA MATER AMABILIS GÓTICA

Los franciscanos Félix del Buey y Miguel Vallecillo, cotejaron con soltura los documentos disponibles dotándoles de una crítica documental positivista hasta entonces ausente. Debajo del revestido y los postizos barrocos que hoy día constituyen a Nuestra Señora de Regla desde finales del siglo XVI, está la talla mutilada de la Virgen de Regla “La Morenita”, como son los casos de tantas imágenes marianas antiguas que fueron adaptadas al nuevo hábito barroco de la Contrarreforma católica. Esta Virgen de Regla medieval y originaria, es un ejemplo característico de los iconos marianos del origen del gótico, desde sus ancestros románicos que aún fundamentan su iconografía hierática de Virgen entronada en escabel, Virgen en Majestad. Una Mater Amabilis gótica que está incorporada a la vida cotidiana propia de una madre y un hijo en una relación de íntima complicidad natural y humana. Madre que juega con su niño infante de pie sobre su rodilla, tomándolo necesariamente por su cintura (la Virgen Sustentante que primicia la Virgen de Ternura gótica). Y Jesús como infante, con edad de estar erguido y reaccionar como niño motivado por su madre María, indican las reconstrucciones técnicas de las mutilaciones, corresponder alzando su mano para asir la fruta, una pera, que la madre le ofrece de la suya. Esta virgen negra es Madre de Ternura y una iconología mariana gótica propia del nuevo pensamiento mendicante y conventual que nos ocupa, concepción mariana de la vanguardia capitalizada por el franciscanismo del siglo XIII.

El itinerario histórico de la Virgen de Regla descifrado por los historiadores franciscanos es pródigo en repercusiones, más aún disponiendo de los recientes estudios sobre iconología mariana que lo corroboran y enriquecen. La Virgen de Regla pudo ser obra de algún taller de León o Burgos en activo a caballo entre los siglos XII y XIII y era, como sigue siendo, una virgen de carnadura blanca. Un siglo después y una vez la Virgen de Regla con el rostro tan sólo repintado de negro, emprende un viaje hacia el recién Reino de Sevilla, para formar parte de las llamadas vírgenes fernandinas o alfonsíes de la Reconquista, destinadas a regentar las poblaciones conquistadas a los musulmanes. La Virgen Negra de Regla llega a Chipiona previsiblemente a finales del siglo XIII y bajo la política repobladora de Guzmán El Bueno, primer señor de la nueva tierra. Viene custodiada por una partida de canónigos leoneses de San Agustín, portando la advocación de la regla tal como reza en la imagen titular de la Catedral de León. Estando circunscrita la advenediza negritud tan sólo a la tez de su rostro, puede colegirse la llamativa atención de este atributo divino de su ser, el foco de atención del sentido que protagonizaba en el discurso iconológico de la imagen. Efectismo del espiritual y versátil color negro, pues además de su celebración litúrgica, y con la multiplicidad de sentidos que sostiene, se postula también que la negritud de estos iconos infunde una cercanía de empatía popular. Prosopografía de tez morena de las vírgenes negras, que es complemento entonces de estas góticas Vírgenes de Ternura, simbología de la negritud que aquí está participando activamente en la evangelización y conversión de los infieles a la cristiandad, objeto de estas “vírgenes mediadoras” de la Reconquista.

NUESTRA SEÑORA DE REGLA, UNA REINA MATER BARROCA

La Virgen Negra de Regla sostuvo el apelativo de “La Morenita” en este bajomedioevo castellano, para pasar a ser “Nuestra Señora de Regla” en la modernidad. Evocando con mucho este tránsito apelativo su mayor metamorfosis iconológica, desde su figura gótica de Mater Amabilis, Madre de Ternura que evoca “La Morenita”, hacia la Reina Mater, una actualizada Virgen en Majestad que es Nuestra Señora de Regla en la modernidad de la reforma de la Iglesia. La iconología o concepción de la imagen gótica de la Virgen, es invertida por la Contrarreforma barroca. El infante Jesús se muta en el pequeño niño Dios, y la Virgen de Regla se incorpora erguida, dejando su estado sedente por el estante, mostrativo para los fieles de Cristo el Hijo de Dios en el centro, en un caso y otro, protagonistas de una actitud hierática ajena a la anterior complicidad materno filial natural. Es ahora una Reina Mater, la Señora que refuerza la autoridad de la iglesia en la tierra. Portadora de todo el fundamento espiritual del reinado temporal que exhiben los lujosos paños y preciadas joyas procedentes de la alta sociedad del Antiguo Régimen. Arropada de ofrendas de la devoción popular y empoderada de avatares milagrosos e intervenciones patrióticas, como fuente de la virtud taumatúrgica y apotropaica de toda realeza endiosada que se preciaba de serlo. Curtida su advocación reglense en mil viajes transatlánticos por el imperio de la hispanidad americana y hasta las antípodas filipinas. Y en fin, un proceso de exaltación religiosa de sentido áulico que culminará con la apoteosis ceremonial de su coronación canónica a mediados del siglo XX.

La imagen de la Virgen de Regla, como tantas otras vírgenes antiguas, es depositaria de toda la historia de nosotros. Sus carnaciones blanca y negra, como el resto de las operaciones anatómicas de mutilaciones e implantes postizos, sus atuendos de época y sociedad de clase, son todas ellas manifestaciones del sentido cambiante de los tiempos, y desde la posición preeminente de cultura que representan estos símbolos de excelencia de la imaginería religiosa. Trasunto toda esta metamorfosis de la imagen, de la deriva del sentido de la gran historia de arriba, a la vez que depósito de toda la pequeña historia de abajo, historia toda ella contenida en estas edades marianas.

A. R. M.
Chipiona Lugar de Memoria