Esta nave subterránea ha sido otro legado arquitectónico antiguo del monasterio reglense que la historia tradicional asignaba a los orígenes castellanos del convento, como la “bodega del castillo del fundador” leonés, construida como obra nueva castellana del siglo XIV, obra que nunca existió. Sin embargo, esta planta de sótano lo es de la crujía de la nave superior o planta baja de la iglesia visigoda, con uno de sus muros de carga siendo el paramento del Ajimez Salvado, debajo del cual el tragaluz de la cripta se abre al exterior tanto del actual como de su primigenio patio claustral. Se trata de la cripta de una iglesia visigoda de dos plantas, que por sus dimensiones de 15 x 4,5 m, refiere una iglesia subterránea.

Es una sala que proyecta como sótano la nave central de la iglesia, cubierta de una clásica bóveda de cañón con arcos fajones dovelados. Las dovelas de este elemento sustentante son ochavadas, reiterando la iconografía cristológica del facetado octogonal del parteluz del ajimez. Entre sus elementos constructivos de habitabilidad está su entrada en escalera desde el atrio de la  iglesia, que desemboca en una puerta escarzana, así como dos tragaluces abiertos a un exterior cerrado, indicios determinantes de que la iglesia visigoda está adosada a un patio claustral, como propio de una iglesia monástica. Esta función monástica de la iglesia viene asegurada por dos elementos constructivos cultuales que caracterizan y acreditan el uso religioso de la cripta: la asociación entre un pequeño pozo ritual de agua practicado a los pies de un nicho funerario de excelencia, un arcosolio, predispuesto para contener reliquias de una santidad transferida al agua santa que provee el pozo. La peregrinación regional, como propia de un monasterio, es la sociedad que esta cripta recepciona y para lo cual está concebida.

Como sólida construcción propia de la edilicia eclesial, esta iglesia visigoda de dos plantas fue integrada en la  sala de oraciones de la posterior mezquita, iniciando las condiciones de protección que propiciaron su conservación como arquitectura fosilizada. A finales del Cuatrocientos fue cegada su escalera de acceso en la obras del nuevo Refectorio agustino, para construirse la estrecha entrada vertical en pozo y con puerta en trampilla que existe desde hace cinco siglos. Destino de escombros de derribos en el siglo XVIII, fue también refugio de perseguidos políticos en la guerra civil como así de la propia imagen de la Virgen de Regla, “barbarie iconoclasta” a cuyo efecto se practicó un zulo excavado en nicho lateral. Compréndase desde el propio acceso restringido que ha tenido, el ocultamiento permanente de esta planta de sótano hasta nuestros días, de manera que ha permanecido en un estado arqueológico de “cámara oculta”, condiciones en las que realizamos su exploración, momento que refiere la imagen.

Esta iglesia monacal visigoda no sólo es el Edificio Fundacional del monasterio reglense sino de toda Chipiona, pues es desde donde se inicia su desarrollo urbanístico, representando el centro institucional de la población mozárabe llamada Chipiona por primera vez. Desde donde se inicia el Camino de Chipiona,  el arrecife andalusí que nos conduce a la nueva fundación de la alquería islámica, origen de la Chipiona castellana. Dada la excepcionalidad de las iglesias visigodas conservadas en España, la única en Andalucía más allá de las evidencias arqueológicas, la singularidad de esta iglesia de dos plantas, como particularmente de esta cripta o iglesia subterránea, la convierten en una piece of art única en la nómina del patrimonio nacional.

A. R. M.
Chipiona Lugar de Memoria