La Punta de Chipiona o Punta del Perro es un accidente geográfico costero que separa la Bahía de Cádiz, a la que está orientada la fachada meridional de la Punta, de la embocadura del Estuario del Guadalquivir, que es la costa de su fachada septentrional. La línea que une el Faro de Chipiona en tierra y la isla intermareal de la Piedra de Salmedina un par de kilómetros mar adentro, es precisamente la línea divisoria natural de aguas entre la costa sur y norte de la Punta de Chipiona, entre el mar de la Bahía hacia Rota, y el mar de la embocadura del Estuario del Guadalquivir hacia Sanlúcar de Barrameda, cuando la playa se hace marisma.

Es una geografía costera distinguida en la navegación marítima, por presenciar una embocadura estuarina. Y que aquí cobra el mayor protagonismo de todo Occidente, al ser el Guadalquivir, el “Rio Grande”, el único navegable de todo este escenario atlántico íbero-marroquí. Mientras que la cara norte de la Punta representa la embocadura del Guadalquivir y donde se encuentra la boca del estuario (Punta de Montijo), la cara meridional es la antesala náutica de esta embocadura, el fondeadero de escala técnica náutica obligada antes de acometer la embocadura del estuario, fondeadero natural representado por la Ensenada de Regla.

Este escenario de la costa de Chipiona como embocadura del estuario, le ha deparado obviamente al lugar la vena fundamental de su devenir histórico, desde sus orígenes a la actualidad. Habida cuenta de que las embocaduras son ayer y hoy la compuerta de la navegación del interior de los estuarios, estos medios costeros adjuntos a las embocaduras son obligados fondeaderos de escalas técnicas internacionales, necesarias para la adaptación del régimen náutico del mar abierto al mar interior estuarino. Máxime en esta única “ría” navegable de todo el occidente atlántico, que nos lleva al puerto de la gran urbe de toda esta fachada atlántica, Sevilla, un emporio en pleno antepaís, pues se encuentra a 70 km de la costa. Es por lo que la embocadura del estuario es el antepuerto de Sevilla, por lo que la Eurovía del Guadalquivir define un trayecto entre la ciudad y el Faro de Chipiona.

En los fondeaderos de las embocaduras es necesario el escrutinio de un protocolo náutico pormenorizado. Por un lado interviene la fisiografía accidentada del fondo rocoso en el tránsito del mar abierto al mar interior estuarino de la embocadura, en nuestro caso desde la Piedra de Salmedina a la llamada Barra de Sanlúcar en la misma boca interna de la ría. A la par, las condiciones meteorológicas tal como las eólicas o el estado del mar, que faciliten las quebradas maniobras de acceso por el canal natural de la boca estuarina. Pero obligado será sin duda que las embarcaciones esperen la marea creciente para que los cauces o caños mareales estuarinios cobren caudal y permitan el calado del barco. Es en nuestro caso que la marea creciente de Chipiona porte el barco estuario arriba hasta la misma Sevilla, ciudad instalada al final del alcance de su marea, unos 70 km desde su origen en la costa de Chipiona. Estas circunstancias complejas y particulares de las embocaduras, hacen estrictamente necesario la participación del conocimiento experto de las marinerías locales, la asistencia técnica de los pilotos o prácticos del lugar que guíen al foráneo barco extranjero estuario adentro. He aquí todo el importante papel que estos fondeaderos de embocadura estuarina como el que nos ocupa en Chipiona, juega en la náutica de la navegación internacional, por lo que en época romana y hoy día, regenta la embocadura de este antepuerto de Sevilla desde el faro más antiguo de Occidente, al faro más portentoso del país.

El fondeadero natural de la embocadura del Río Guadalquivir ha estado en Chipiona tradicionalmente en la Ensenada de Regla, desde el siglo III antes de Cristo hasta la Reconquista castellana. Fue el fondeadero un puerto con faro de recalada en época romana, regentado por el vicus a mare cuyo nombre ha trascendido por el faro, el Caepionis monumentum, lugar poblado que proyecta su vocación de servicio náutico como fondeadero tardoantiguo (monumentum Scipionis) y andalusí (Mozarabía de Chipiona y el Ribat Almonastir de Las Mezquitas). El aumento del calado de los barcos mercantes desde la Baja Edad Media y comienzos de la Modernidad, determinó sin embargo el cambio del fondeadero de la Ensenada de Regla a los llamados Pozos de Chipiona. Mar adentro frente por frente al Arrecife de Chipiona y en plena embocadura, una vez rebasada y dejada atrás la Piedra de Salmedina, es el lugar donde hoy día fondean los barcos, como puede apreciarse en la imagen.

Si la embocadura de la Ría del Guadalquivir en Chipiona convierte a su costa en el antepuerto sevillano, es comprensible el escenario histórico crítico que dicho medio representa desde el origen de la civilización de Occidente, que llega precisamente por el mar. Escenario capital tanto del comercio internacional en épocas de paz, como del conflicto de la guerra marítima que se desarrollaba en su horizonte, los anales del fondeadero en definitiva son la crónica del acontecer de toda la historia bimilenaria de este occidente ibérico, que de circunmediterránea pasó a ser parte de la historia planetaria. La Piedra de Salmedina en la entrada del peligroso encalladero que es la embocadura, y que por ello se llama la Punta del Perro, aludiendo a los devastadores estragos que causa la roca del arrecife en el casco de los barcos, está concurrida de los barcos hundidos en todas las épocas históricas. Pecios de los que dan fe las decenas de naufragios registrados en los documentos históricos modernos del Archivo de Indias, y cuyos restos recalan en la playa del arrecife, que son los envases, lastres y ajuares domésticos del naufragio de barcos púnicos, romanos, andalusíes y modernos. Con la sensibilidad de un indicador especializado, estos restos arqueológicos en la playa testimonian con precisión el ritmo civilizatorio global marcado por el desarrollo del comercio. Civilización que es a su vez el contexto cultural de la propia concepción y existencia de la embocadura, en tanto que la misma, es parte del saber de la náutica que fundamenta el comercio y la economía política internacional, agencia medular de la propia civilización.

A. R. M.
Chipiona Lugar de Memoria