Las Jornadas Científicas

El cometido básico es hacer partícipes a los estudios monásticos y de religión que por sus aportaciones relevantes al conocimiento general, sean exponentes del contexto de significación del itinerario histórico del Monasterio de Regla.

Los nuevos estudios de religión de nuestro país, con su apuesta por la diversidad del pensamiento interdisciplinario en su abordaje histórico, antropológico y filosófico, es la tradición académica donde estos seminarios encuentran su campo de cultivo. Junto al dominio del historicismo religioso, la historia social ha marcado sendas con un magisterio aleccionador, mientras que la nueva historia cultural campea con autoridad en un terreno ávido de atención y presto para la nueva siembra. 

Es en el debate actualizado de estos nuevos estudios de religión, donde las Jornadas Científicas de los Seminarios Reglenses quieren estar presentes.

La historiografía será un conductor de partida de las ediciones de estas Jornadas Científicas de los Seminarios Reglenses. Pues facilitará una perspectiva caleidoscópica y enriquecedora para decantar los debates actuales sobre el papel y la experiencia histórica, la iteración y versatilidad constituyentes de la historicidad del monacato. Una historia de la regla de longue durée, cuya metamorfosis histórica nos alecciona sobre la naturaleza agentiva de cultura madre que es la religión, y que predica como protagonista el discurso civilizatorio del acontecer.  

Las conferencias serán ponencias sobre materias de relevancia y actualidad disciplinarias, que vertebren de manera experta el contenido monográfico de cada edición. Junto a ellas, las exposiciones y las visitas guiadas serán presentaciones de los estudios reglenses y actividades emprendidas por la organización de los Seminarios. Los talleres permitirán diariamente el encuentro profesional entre todos los participantes, y representarán por ello el foro del seminario. Por último, las actividades de extensión social atienden esta importante agencia de los Seminarios Reglenses que estas Jornadas Científicas protagonizan. La organización proyecta la publicación de estos ciclos de conferencias en volúmenes monográficos. 

 

Los nuevos estudios reglenses han abierto el horizonte historiográfico del Monasterio de Regla. Nos sirven un itinerario histórico cuyos jalones son conocidos en la disciplina, por más que manifiestos en el monasterio reglense de manera ejemplar. Las genealogías del monacato hispano originario de lo visigodo a lo mozárabe, del misticismo islámico sufí, y de las órdenes conventuales castellanas por último, permiten un recorrido histórico de larga duración desde el Reino de Toledo al Reino de España que hoy es el Estado Español, milenio y medio que es toda la Historia de España bajo la expresión de esta cultura madre civilizatoria que es la religión.

 

Tierra con señas de identidad monástica, la Tebaida Bética de la historiografía fructuosiana donde nos encontramos, y como postulante nuestro el monasterio dúplice de Chipiona a un sitio histórico, el Cenobio Nono de San Fructuoso, es el monasterio el centro de gravedad de un poblado monacal (monumentum Scipionis), cual templo lo fue desde la más antigua urbe. Esta institución religiosa es la única autoridad presente para desempeñar las funciones temporales y civiles de la localidad. 

Desde entonces, hubo monasterio para toda la vida del lugar hasta el presente, casi un milenio y medio de historia monástica. Y cuando la mozarabía monacal de Chipiona, su población de habitantes, desapareció al cabo de medio milenio, ya con el islámico almonastir, ya con el convento cristiano que sucedió hasta el presente, el monasterio permaneció hasta nuestros días, como la reducción del lugar poblado a su más esencial expresión, la vida consagrada de la Historia.

El monacato hispano originario se encuentra en al-Andalus con el abrigo para su mayor proyección en la historia. Más allá de la iglesia diocesana y sus obispos, la iglesia regular del monacato mozárabe y sus abades ejercieron un protagonismo destacado en la cristiandad andalusí, especialmente en el medio rural. Y aunque anquilosado y apalancado por las condiciones históricas, el monacato cristiano andalusí encontró su nicho y encapsulado, quedó salvaguardado como un al-Andalus esencial y tradicional. La mozarabía monacal de Chipiona, donde se fragua y ultima este nombre actual del lugar, experimentó un crecimiento sostenido del poblado monacal visigodo. El marcado cambio de condiciones históricas que cernía el conflicto político peninsular, dio al traste con este equilibrio inestable de la Ḏimma cristiana. 

Por un lado, el destierro de las mozarabías al Magreb decretado por la administración almorávide, que acarreó un vaciado de la cristiandad de al-Andalus. Para después además, el pertinente entierro de su memoria por la colonización castellana de esta tierra prometida, fundada por más en la obsolescencia católica de la liturgia mozárabe, auspiciada por la reforma gregoriana de la iglesia europea. Como en todo lugar, los mozárabes de Chipiona también quedaron olvidados para siempre, y los discursos escolásticos conventuales que llegaron, trasladados al historicismo romántico contemporáneo, son un manifiesto permanente y explícito de esta desmemoria histórica.

De la regla cristiana al camino islámico, la tarīqa, las quiblas almorávides aparecieron por primera vez en el lugar con la profusión propia de todo monasterio islámico, para después ser todas ellas depuradas por el subsiguiente integrismo almohade. La Mozarabía de Chipiona, su monasterio ḏimmi, fue reconvertido por la yihad almorávide en el Ribat Almonastir de Las Mezquitas. De paraje del desierto fructuosiano de la Tebaida Bética, al territorio sufí de los “arenales del mar” de Sidonia. El sufismo ocupa tradicionalmente esta frontera del Islam, la costa del Mar Tenebroso, tierra liminal apropiada donde ejercer el arrebato yihadista, el esfuerzo religioso interior y personal de los morabitos.

Estratégicamente ubicado el Ribāt al-Munastīr al-Masāŷid, en la embocadura del Rio Grande, antepuerto de Išbīliya, la medina capital del al-Andalus califal almohade, caerían Las Mezquitas como primera plaza en la toma castellana de Sevilla por el mar, por el mar de Chipiona, de lo que es reflejo material su elocuente registro arqueológico de abandono repentino del lugar. Desde entonces, la edilicia del Ribāt, mezquita fortificada que fue el “castillo mahometano” donde entraría la Virgen de Regla agustina a su llegada a Chipiona, es la obra de fábrica que aún constituye el actual Edificio del Patio del Claustro, el Edificio Histórico del Monasterio de Regla.

El “castillo mahometano”, la mezquita encastillada que fue el Ribāt de Las Mezquitas, fue cancelada, y su edilicia reconvertida a la cristiandad en “convento fortificado”, el Convento de Nuestra Señora de Regla. Con el que los frailes agustinos predicaron la sociedad del antiguo régimen e hicieron las américas y el imperio. Tal que la agustina Virgen de Regla, desde este finisterre hispano donde se encuentra, precisamente neurálgico de la empresa americana e imperial, comenzaba a residir en todo este mundo planetario de la hispanidad que es la primera globalización.

En el nuevo régimen del Estado Español, la restauración de la función religiosa estaba predeterminada por el poso histórico que como alma mater, saturaba este milenario lugar monástico. Tal que de nuevo la regla restauró su espacio, ahora la franciscana, para dar luz al actual Santuario de Nuestra Señora de Regla, como sublimación del culto mariano agustino, que había marcado para el futuro la identidad sacra del lugar.

El año de 2026 tiene lugar el 900 aniversario de un hecho mayor en esta historia reglense: la desaparición de la Mozarabía y con ella la originaria población histórica de Chipiona. Este suceso local es como todos un caso contingente del acontecer macrohistórico, pues forma parte de un acontecimiento también notable en al-Andalus, y con calado de país, el destierro al Magreb de toda su población portadora de cultura cristiana, acaecido en el mes de Ramadán de 1126. Es así que la conmemoración de esta efeméride, sería una celebración con sentido en estas convocatorias de los Seminarios Reglenses.