La Playa de Regla es la enseña local del turismo nacional de sol y playa del verano. Es la playa por excelencia de la localidad, lugar de la colonia turística con la que se inicia a principìos del siglo XX la nueva Chipiona contemporánea, la que ya despojada de todo el antiguo régimen de su riqueza vitivinícola, se iniciaba en el nuevo sector económico de servicios que daban los nuevos tiempos históricos del verano.

A principios del siglo XX, la costa de la ensenada, un arco con poco más de un kilómetro de cuerda, lucía todo su esplendor natural. Una playa amplia de muy suave pendiente mar adentro, bordeada de un cordón litoral de dunas de unos 300 m de anchura tierra adentro, era el paisaje actual de las paradisíacas playas vírgenes que podemos disfrutar en el Parque Nacional de Doñana. Ya para entonces sin embargo, era una ensenada monumentalizada con el historicismo del nuevo Estado Español, con el neoclasicismo del Faro, el neomudéjar del Sanatorio y el neogótico del Santuario, exhibiendo con ello las fuerzas del nuevo estado nacional español en su dominio del mar, de la salud pública y de la fe católica.

Teniendo presentes las credenciales de salud pública de estas playas que sancionaba el Sanatorio Marítimo de Santa Clara, ricas en sales yodadas y medio de bonanza climática estival, la Playa de Regla se ofertaba como un verdadero balneario terapéutico natural. Los baños nobles estaban servidos para este primer turismo de la alta sociedad, que adquiere los terrenos públicos de la primera línea de playa. Desde mediados de siglo, el turismo de masas de la clase media de procedencia nacional, sobre todo sevillana, ha sido el mercado de la costa natural de Chipiona que fue heredada del Antiguo Régimen, antiguas tierras comunales que ahora son terrenos públicos, y están a la disposición urbanística del Ayuntamiento de la localidad. A lo largo del siglo pasado, la costa y la localidad de Chipiona son objeto reiterado de un boom urbanístico que ha ampliado el área urbana de 1/2 a unos de 4 Km². En el balance medioambiental del proceso histórico civilizatorio de los dos últimos siglos, si la agroindustria vitivinícola de la revolución industrial ultimó la desforestación del pinar chipionero, el urbanismo turístico de nuestros días ha tenido un gran repercusión en su costa natural, pero sin duda con el carácter menos agresivo que corresponde al perfil del turismo nacional.

La ensenada natural tiene una situación geopolítica estratégica para toda la historia. Se encuentra en la vertiente meridional de la Punta de Chipiona, por lo que está posicionada al pie de la embocadura del Estuario del Guadalquivir, predispuesta para servir como fondeadero de embocadura en la náutica civilizatoria internacional. Punto de recalada y relevo de la náutica marítima a la estuarina, que conduce estuario arriba hasta Sevilla. Es por ello que toda la civilización circumplanetaria que ha convocado Occidente por el mar, desde su principal tribuna el emporio sevillano, ha fondeado en la ensenada de Regla, escenario tanto de puerto de paz en su seno, como de campo de batalla en su horizonte. Y esta circunstancia ha determinado la historia de la ensenada como de la propia Chipiona, pues la ensenada y este su actual enclave de Regla, fue el lugar histórico de la población de la Chipiona antigua.

La colonización histórica de la Punta de Chipiona se inicia precisamente en el saco de esta ensenada, en el lugar del Promontorio de Regla sito en su cordón litoral de dunas. Debe tratarse de una pequeña población de colonos nativos oriundos de la Bahía, fundada en el siglo III antes de Cristo, al calor del comercio internacional mediterráneo de productos artesanales de la tierra y el mar, como son el vino o las salazones de pescado. Será este asentamiento púnico el que será sancionado como lugar de estado por la política de romanización de la República romana, con la construcción del primer faro de Occidente a mediados del siglo II antes de Cristo, el Caepionis monumentum, para constituirse como un vicus a mare portuario, un puerto provisto de faro de recalada. Habida cuenta la naturaleza comercial del lugar, su historia romana revestirá el ritmo comercial de la historia del imperio. Para así quedar como un vicus venido a menos en la Antigüedad Tardía, teniendo presente el apalancamiento económico sistémico que acarrean estos tiempos históricos. Transmutado su nombre por el tiempo es ahora llamado monumentum Scipionis. Revitalizado el lugar con la fundación de un monasterio visigodo dúplice, que porta credenciales historiográficas de tratarse del Cenobio Nono de San Fructuoso, ello trajo consigo una verdadera carta puebla para la repoblación del lugar como poblado monacal. Y ello ni un siglo antes de tener que pactar la Ḏimma con la nueva administración árabe del siglo VIII, que lo proyectará como la Mozarabía de Chipiona hasta el siglo XII. Hasta aquí, la ensenada de Regla ha sido el foco geográfico de la población de Chipiona, donde asímismo surge su nombre actual, y que permite comprender que antes de Regla fue la Ensenada de Chipiona. A partir de entonces, esta costa comenzó a ser regentada por el Ribat Almonastir de Las Mezquitas durante los imperios bereberes de al-Andalus, para ser convertido con la Reconquista en el Convento de Regla desde finales del siglo XIII. Durante más de medio milenio, el convento rodeado de densos arenales y al pie de la playa, ha sido la única huella humana presente en la ensenada, acompañada por el Faro y el sanatorio desde avanzado el siglo XIX, como bien nos transmiten las primeras fotografías.

A. R. M.
Chipiona Lugar de Memoria